La flor que me engendró


Y la flor que me engendró,
nunca tuvo espinas.
Siempre se defendió,
para no sentirse herida.

Y la flor que me engendró,
habitó en una tierra inhóspita,
donde se regó y plantó,
ante tanta diatriba.

Y la flor que me engendró,
vivió siempre tranquila.
No guarda rencor,
por aguantar una mentira.

Y la flor que me engendró
nunca tuvo aristas.
Se empapó con cariños y amor
para vivir toda una vida.

Vidda Rrobada

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