Olas... en un mar de indignidad


Exiliado, de la tierra que le vio nacer,
por guerras… 
de unos fantoches con poder,
por el hambre…
ya no queda nada que comer.


Marcha a la deriva, en una barca de papel,
deshidratado y falto de sueños,
busca con la mirada un horizonte que tejer.



Vestido, con la indiferencia,
de aquellos que le culparán, le deshumanizarán.
Desnudo se cubre en cubierta rodeado de agua y sal.



Tristeza agazapada, contemplando al enfurecido mar,
con esa voracidad inmensa,
sin inmutarse, se lo quiere tragar.



Su rostro difuminado por el sol
y por palabras gruesas rechinando en un eco de dolor.
Lleva el futuro marcado de persona marginal,
se hunde atenazado,
entre olas de un mar de indignidad.



Miradas a través de un cristal,
un escaparate de negación y falsedad,
por donde miran los infames,,  una obra teatral.



Y no… no es ficción.
Es una película dirigida, por la realidad,
y, producida, por la inmoralidad.
Con actores verdaderos,
con sus emociones y sus sentimientos,
personas de carne y hueso,
personas que mueren en el Mediterráneo,
por falta de humanidad.


Vidda Rrobada

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