Esa luz que se afila contra la luna


Una vez observé, esa luz
que se afila contra la luna…
rasga sus vestiduras y la desnuda,
para que pueda tocarla,
con las yemas de mis ojos,
y entrevea su pura inocencia,
en cada momento de penumbra,
cuando se llenan de rastrojos
las cuencas de mis manos,
por tu perdida,
en un juego maquiavélico
del pensamiento huérfano de paciencia,
que por tu ausencia se estremece
y se revuelve en solitario
haciéndole trampas,
a su propio calendario.

Esa luz que se reflejaba oportuna
cuando te esperaba despierto
soñando ser tu aventura
por la que recorríamos
espacios temporales de algarabía
desde donde se olía tu voz
acercarse e impregnarme
con sonidos florales
que llamaban a mis tímpanos
para que abrieran su portales
y penetraran hasta mi fuerte corazón
que se debilitaba al recibir tu fragancia.

Esa luz que, sin explicación alguna,
cuando la noche se suicida,
muere en rebeldía
por la falta de tu presencia.
Aunque, desde su pedanía
comienza a orquestar,
con los instrumentos
que frotan al universo,
la chispa que te resucite, al día siguiente.

Esa luz que se afila contra la luna…
en mis adentros…
a ti, a cada instante, te vislumbra…
a mí… sin embargo…
eras tú, quien, siempre, me deslumbraba.

vidda@rrobada


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